El colectivo.

El colectivo venia vacío.
Se sintió afortunado.
Sacó el boleto y caminó despacio hasta el último asiento.
Se sentó y cuando cruzó las piernas dispuesto a relajarse, sintió que algo le mordía en el trasero.
Se levanto asustado, miró el asiento y no había nada.
La marihuana, pensó, lo hacia falsear cosas, y volvió a sentarse.
Miraba por la ventana y recordaba las noches que pasaba de joven vagando por las calles.
Y mientras se internaba en sus recuerdos algo le agarró la nalga fuertemente.
Se levantó asustado, miró al chofer, pero este no lo había notado y seguía pegado al volante.
Luego miró al asiento y no notó nada extraño, solo una fisura en la cuerina del asiento,
que no había notado antes, seguramente, volvió a pensar,
no la había notado por el efecto de la marihuana
y cierta oscuridad en el colectivo.
Volvió a sentarse, pero esta vez eligió otro asiento.
En la parada de la avenida Santa Fe y callao, subió un niño.
Lo observó.
El niño eligió el asiento del fondo.
Quiso prevenirlo.
Pero le pareció algo estúpido.
Y solo se limitó a seguir observándolo.
Cuando estaba durmiéndose, escuchó un grito,
en seguida miró hacia el asiento del fondo.
Primero vio una mano que salía de la fisura
y al niño que se elevaba, luego una cabeza seguida de otro brazo.
Luego diviso un rostro y un par de pechos.
El niño gritaba.
Él se desmayó y rodó por el pasillo.
Cuando despertó, el chofer y el travesti lo bajaban del colectivo.
Se sentía mareado, flojo,
como una feta de salame.
El niño lo miraba desde la ventanilla del primer asiento
y reía.

1 comentario:

  1. intrigante.
    me gusto.
    lo de "falsear" cosas tambien.

    os vemos por estos dias mister.
    beso.

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