caballo, regalo, diente.

Los niños se secan. Todos los días. Todos los niños se secan. Todas las noches, un poco menos, todos los días. Los niños se secan. Un poco más. Porque en cualquier momento puede aparecer el chupetín de la noche anterior, lleno de hormigas. En cualquier lugar. Desplegándose ante la vista. Buscando su sentido practico entre el mantel y el techo. Porque. Porque en cualquier lugar puede aparecer. El bicicletero y te dice, agarrando del manubrio tu mano y la bicicleta. Yo soy un hombre petiso y cabezón. Y con las tetillas por el piso. Pero todo gracias a mis hijos. Nada tiene que ver acá, acá nada con perón tiene que ver. Mientras hunde la cámara en la bañera. Buscando buscando, nada más que la fisura entre las burbujas. Mientras le cuelga del cuello un Jesús faraónico que brilla. Buscando buscando. Nada más que. Que nadie lo sepa,
pero te he engañado,
pero me acosté
me acosté con un linyera
que encontré
en la playa
enterrado en la arena
hasta el cuello.
O mejor vos, si venís a despertarme, déjame tirado unas horas de más. Porque ayer me acosté con una mina que tenia un clítoris de veinte centímetros. Y la cosa estuvo. Dura estuvo la cosa. Aunque los papeles del libreto cambiaban de mano en mano. Y la cosa cosa realmente dejo su marca personal en mis entrañas. Una cosa. Si queres, déjame el desayuno en la puerta y ándate. No te preocupes por mi, los niños se secan y para vos, también hay un lugar en la cama.
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Mis padres quieren que deje a mi novio Powers Rangers con casco de ciclomotor. Porque mi novio deforme arroja pendejos del trencito de la alegría en mar del plata. Porque mi novio viene con las tetillas por el zócalo del trabajo, quejándose de la torticolis, y rompe todo. Pero yo lo amo, y le paso barritas de azufre todas las noche con amor. Porque cuando nos casemos nos iremos a vivir a Lazy Town. Viviremos en una casita pegada a la casita de Stephanie. Y a la tarde cuando salgamos a pasear en nuestro Ferrari miniatura la veremos con su pelo rosa careé al viento, sus tetitas de chinita en miniatura adentro de su vestido rosa. Mis padres odian a mi novio deforme, pero no saben que a mi me desvirgaron los albañiles. Ignoran. Que al bicicletero lo encontré muerto en el baño. Que yo no tuve nada que ver. Que se había ahorcado solo. Con una cuerda, elaborada con tiras de cámaras entrelazadas, atada al caño de la ducha. Que yo no tuve nada que ver con la muerte del bicicletero. Aunque digan que sus ojos reventados denunciaban el fiel aliento de un estrangulamiento. Que en su cuerpo habían quedado las marcas de mis dientes. Yo no tengo nada que ver. Esa fama de secuestrador de bicicleteros es solo fama. Es puro dolor y pura espuma pasajera. Yo quería que me parchara la rueda y nada más. Nada más. Quería tener mi bici lista para pasear con mi novio. La culpa no es mía. Yo quería lo mejor. Pero el se opuso, se pu, se puso violento, Y yo no tuve otra opción. Ni ninguna. Mis padres no saben nada, por eso esta noche me voy de casa, por eso esta noche con mi novio deforme vamos a esperar que venga a buscarnos sportacus. Y nos lleve volando a Lazy Town.
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Nelson, debes dejar de incluir el beso negro en nuestras relaciones. Es desagradable. Es muy, me da asco. Y dentro de todo es, me hace aflojar el vientre el juego de lengua, y dentro de todo es peligroso. Podríamos contraer cólera. Y eso. Eso nos daría de parir unos hijos negros y culones. Enanos. Y tú sabes que no tienes los brazos tan largos, no podrías hacerle cosquillas si deciden trepar a un árbol y quedarse en la copa. Desde el piso no llegarías. Y yo quiero hijos, bien sabes, hijos rubios como el de Wander boy. Aparte aparte, tus labios leporinos me rascan, me rascan y me lastiman. Y bien sabes que yo vivo del culo, y de cierta, cierta bella ignorancia.
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El abuelo cuelga al cuello un Jesús que brilla. Un Jesús que brilla y es mi amigo. Porque a la noche cuando el abuelo duerme, my friends se desclava de la cruz, cruza todo el patio a pata y se viene a mi pieza. Entra por la fisura liviana de la puerta, trepa el acolchado y me despierta. Porque quiere que yo lo vista con la ropa de mis otros muñecos. Que lo suba a mi Harley Davidson en miniatura de los power Rangers. Y el es feliz así. Y el, se pasea en la motito por toda la casa. Brillando en la oscuridad. Con su sonrisa japonesa de anime. Y a la mañana cuando despierto, aparece Hernán Caire, al lado de mi cama, con una docena de facturas en la mano. Porque Jesús es así, cumple tus deseos si lo divertís, y si brilla, es mucho mejor.
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Yo me escondo acá, porque Maradona, Maradona quiere secuestrarme, quiere secuestrarme y tirarme de un avión al mar, porque yo maté al perrito de su hija. Yo venia en la bici, fue sin querer, venia de hacerme un tatuaje del Che en el brazo, pero me había quedado re mal, no se parecía en nada al Che Guevara, se parecía más a Hugo Valera, y eso me molestaba. Y no lo vi, venia pensando en eso y lo atropellé. Le pise la cabeza con la rueda de atrás y el caniche toy se embrolló en la cadena y terminó enredado entre la rueda y el piñón. Pero yo tengo el pito como un ñoqui y me escondo en los árboles. Para que el diego no me encuentre. Y hace tres semanas que vivo acá. Arriba de este arbolito. Comiendo hojas, comiendo huevos de los pájaros que anidan aquí. Porque yo sé que todo vicio esconde un mal peor. Porque acá, dentro de todo, la estoy bien, es un lugar perfecto, ideal para escribir mis memorias. Ideal para escribir un manojo de poemas porno con Mirtha Legrand.

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