Taiwán


Estuve toda la tarde haciendo barro terapia, en la casa de mi amigo hippie buena onda.
Tiene una casita re linda, por el bosque peralta ramos, cerca del faro.
Hecha de macramé, semillas y mostacillas. Pura artesanía. Menos el techo, que es de rastas. Membrana rastafari. Rastas entrelazadas, que fue recolectando durante años y años de viajes. Técnica mixta. Se respiraba otra energía, más capilar, como si la casa fuese una cabeza.
Toda la tarde nos revolcamos en la pachamama, al ritmo de Manu chao, mano negra, alfa blondi, re liberador, psicodélico, un criadero de dengue.
Después me bañé y me fui. Tomé el colectivo. Que venia lleno de clones de Maradona. Estaban todos. El pelusa, el del 86, el del 94, el diego gordo, el del napoli, el del tapado de piel. Iban re locos, cantando la canción de Italia noventa. Sacando la cabeza por la ventanilla, haciendo bardo. Iban para la casa del diego, porque era su cumpleaños.
Un señor me apoyó su bulto en la oreja todo el viaje. Un descariñado. Cero corazón. Cuando se bajó, ni me saludó.
Me bajé en el centro y caminé un poco. Descubrí un puesto de libros truchados.
No pude creer que se estén truchando libros.
Nadie piensa en los pobres autores argentinos. Ni Sting.
Le están sacando la plata de los bolsillos.
El pobre de Cesar Aíra, tendrá que volver a interpretar a piñón fijo.
Fabián Casas, tendrá que volver a interpretar al doctor Doolittle en los bares de Boedo. Y la pobre de María Kodama, nadie piensa en la pobre de María Kodama, que no podrá mantener a Borges en el centro criogénico, hasta que se descubra una vacuna contra el gorilismo.
Me fui indigando, retriste.
Compré una bolsa de maní y me senté en un banco de la plaza mitre.
Cuando me siento triste, siempre voy a la plaza con una bolsa de maní, y les doy de comer a los linyeras. Me siento en un banco y les tiro maní desde ahí. Me encanta darle de comer a los linyeras. Ver las caritas que ponen cuando hacen sus fantásticas piruetas, atrapando maní en el aire. Me hacen subir, sentir bien, los amo. Los linyeras me parecen personas maravillosas. No físicamente, claro, pero si por dentro. Los seres humanos deberíamos aprender de ellos.
Después pasó un amigo, El dengue, le decimos así porque tuvo dengue.
Me preguntó, si quería acompañarlo a comprarse zapatillas.
En el camino charlamos de todo, nos pusimos al día. Se había hecho vegetariano y militaba en el partido humanista y estaba en contra del matrimonio gay. Fue con la novia a ver " monólogos de la vagina", y dijo que era el fraude más grande del mundo, que todas hablaban con la boca.
Entramos al show sport de la peatonal. Se probó un montón de zapatillas, pero al final, se decidió por unas vans re lindas. Esas old school. Pagó en efectivo, como trescientos pesos, y salimos. Una locura. A cada rato me preguntaba si a las zapatillas las habían fabricado niños esclavos. Se sentía mal, con culpa, estaba re pesado. Yo le decía que era muy probable, pero todo bien, que no era explotación infantil si el niño piensa que está jugando a los esclavos.
Lo único ilegal es el precio, cuanto le puede salir a una multinacional pagarle a un nenito esclavo de Taiwán.
Luego fui hacia lo de Antonella. Toque timbre y me atendió la mamá, me dijo que ya venía. Me senté en el cordón de la vereda y mientras esperaba
pensaba. Que todo este día sin Internet, haciendo cosas y visitando gente querida, me hizo dar cuenta de lo que realmente es importante en la vida. Tener un buen servidor de Internet.


Hace un rato

Hace un rato, después de estar todo el día en la computadora, salí a dar una vuelta en bicicleta por el barrio. Crucé la plaza y seguí por la avenida. Después doblé
en la diagonal y frené en la heladería. Deje la bici apoyada en el poste de luz y entré.
Un amigo de hace mucho me encontré. Me pedí un cono abanico de nueve pesos,
que es el más económico. De almendrado, que dice mi amigo Laureano,
es el sabor más sano.
Cuando salí, con el helado en la mano y mi amigo del brazo, zas¡¡
la bicicleta no estaba más. Me habían afanado. Una playera, re linda, que había heredado de mi hermano.
Me sentí re mal, nunca me habían afanado.
Laureano se fue, me dijo que estaba cansado.
Me tuve que volver a mi casa caminando, solo, mirando para todos lados,
con miedo de volver a ser victima de la inseguridad. Toda la gente me parecía sospechosa. Empecé a creer en la inseguridad. Que antes pensaba, era un invento de clarín. Me pasó lo mismo en la crisis del 2001, no la creí, hasta que bajé a comprar un jorgito triple y había aumentado.
Cuando llegué a mi casa, me tire en la cama y me puse a pensar. Por ahí esto, es un mensaje, una señal, que no debo dejar las cosas abandonadas. Que hay que aprovechar todas las oportunidades, como lo hizo el ladrón. Que vio la oportunidad y la tomó.
Que ojalá este caco, se muera fumando paco.

8 comentarios:

  1. que será un Mogote... y como será la punta de un Mogote!!!!

    ResponderEliminar
  2. Me tomé vacas de internet, solamente quería decir titíno te amor vacaaa

    ResponderEliminar
  3. cuando estaba en mardel un señor de unos 78 años se me sentó a upa en el 221 y se puso a transarme. me dio asco pero no quise decir nada, por educación, viste. que se yo, estaba de visitante yo, no queria ser decortés.

    ResponderEliminar
  4. creo que este es, incluso visto de forma global, uno de mis blogs preferidos desde que se inventó internet, o el edulcorante.

    paradoja (no) de la vida: la verificación de palabra acusa 'likedatt', el destino se re puso las pilas.

    bisous.

    ResponderEliminar
  5. gracias por tomarse el esfuerzo de leer y dejar un comentario.

    ResponderEliminar
  6. yo descubrí la inflación cuando con $1 ya ni te comprabas el papel del kinder. bueno, técnicamente tal vez sí, pero como no lo ofrecen por separado puedo especular. yo también quiero tener un amigo que haya tenido dengue. de los que juegan a la humanidad ya tengo algunos.
    bisous

    ResponderEliminar
  7. Hola, te dejo mi dirección

    http://locakatarsis.blogspot.com

    Saludos

    ResponderEliminar