Un recreo para toda la vida

Estaba esperando el colectivo, alta noche de estrellas, una luna luminosa entre los edificios. La gente explotaba de alegría. Las estrellas explotaban de alegría.
Los pajaritos explotaban de alegria.Cuando de pronto, se me apareció Sandro. Así, con la bata roja y un consolador en la mano. Cantando “dame fuego, dame fuego”.
Me dije, esto es una aparición, estoy flashando fantasmas.
Y me acerqué para saludarlo, pero no era el fantasma de Sandro, era un robot de Michel Jackson. Y a mi Michael Jackson, siempre me cayó bien; porque hizo un esfuerzo bárbaro por dejar de ser negro. Entonces le dije, transfórmate en una moto que tengo que ir a una fiesta y ya llego re tarde. Bueno, dale. Y zas, onda transformer: mini moto. Me subí. Pegamos la vuelta, no pasamos por la avenida porque estaban parando. Me dejó en la puerta. La fiesta estuvo malísima. Llena de bananas. Estaba César banana Pueyrredón. Las bananas en piyamas y la bananita dolca. Terminé re loco, horrible. Lo peor de todo, cuando llegué a mi casa, descubrí que me habían robado las zapatillas. Pero el sol por la avenida, era una cosa maravillosa ese sol por la avenida.



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Mi hermano murió en un Tetris humano Montonero, en un maldito derrumbe. En ocasiones, cuando lo extraño, saco el video juego del cajón de la cómoda y juego durante horas escuchando la marcha peronista. No sé, tal vez así, de esta manera, consigo retenerlo en la memoria.


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Domingo a la tarde, compartiendo solcito y una cerveza en lata
con el niño que nació pegado al cordón de la vereda.
Pasa dios en su nube voladora y nos saluda.
Pasa el increíble Hulk trotando y nos pregunta la hora.
-Son las mil, violeta.
-Soy verde villero.
-Perdóname Hulk, soy daltónico.
Nos quedamos charlando con Hulk.
Saca dos entradas y me invita a ver una obra de teatro.
Joya. Vamos. Me subo a la bici. Hulk se sube al manubrio y salimos.
Pesa una bocha el grandote.
Me despido del niño que nació pegado al cordón de la vereda.
Nos vemos. Chau.
En el camino le voy chupando la espalda.
-Que haces pendejo.
- Nada, quiero nutrirme con tu sudor radiactivo.
Dejamos la bici atada y entramos al teatro.
Nos sentamos en la última fila.
De toque, nos ponemos a tranzar.
Hulk besa re lindo, tiene una boca hermosa.
Me mete la lengua tan adentro que me la saca por el culo
y me hace calzón chino.
Apenas se levanta el telón, aparece Hulk en el escenario.
No lo puedo creer.
Hay dos Hulk, es imposible.
Uno tiene que ser falso.
Le pregunto al Hulk que está al lado mío si es el falso.
Me dice que si. Pero que no puede decirme quién es,
porque hay mucha gente.
-OK. Vamos al baño.
Entramos al baño.
Me dice que lo perdone por haberme mentido.
Me da un beso en la frente y se saca la piel.
Eran dos enanos.
Los mandé a la mierda.
Me cagaron a trompadas.


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Hoy estaba en la vereda tomando una coca en lata con el niño que nació pegado al cordón de la vereda y de pronto apareció el increíble Hulk con un termo bajo el brazo. Nos dio un beso y nos preguntó la hora. Son las doce violeta, le dije. Soy verde villero, me contestó. Discúlpame Hulk, soy daltónico. Todo bien, y nos tomamos unos mates.
Y re ricos. Pero el chabón, estaba re tocadiscos, y tiraba patadas. Tené cuidado, le dije, hay criaturas. Le podes pegar a una criatura. Pasó Dios en su nube voladora y gritó, Mirá, está lleno de criaturas por acá. Y le tiro un rayo, y Hulk se hizo chiquito, se encogió hasta hacerse de centímetros de altura. Bajó dios, se sentó en la vereda y Hulk se metió llorando adentro del termo y lo tomamos en mate, cosa que me re pegó su angustia radioactiva y me fui corriendo hasta mi casa porque quería escribir un poema.