No ok.

Estaba finamente en siesta y el vecino entró por la ventana de mi cuarto, volaba lento, como los pájaros, y se posó a mi lado.
Grité como cuando estuve adentro de un perro por error.
Acudió mi madre. Observó la escena por la elegante fisura de su manto.
Esto es una orgia, dijo orgullosa, y sonó un gong.
Lo acostó sobre la cama, le bajó los pantalones cortos y le mordió el sexo, mientras yo me quitaba el pijama y le frotaba el mío contra la cara. La piel blanca y el olor a vainilla de mamá le hicieron mover las orejas como un mogolíco. Eyaculó hundiendo la cara entre las piernas de mamá, que le orinó en la boca, mientras yo le mordía al mismo tiempo los testículos hasta hacerlo llorar de placer; el cristo eyaculó por segunda vez, gimiendo, mientras mamá le arrancaba los pelos del pecho y yo le frotaba las mejillas con la rodilla.
Después, mamá hizo tallarines, y comimos los tres.
Yo dije, lo que realmente hace feliz a un ser humano es tener la panza llena.
Todos asintieron. Estábamos pasando, sin saberlo, el tiempo de milagro.

1 comentario:

  1. Paso siempre. Leo. Me cago de risa.
    Sos como una fuente donde se mezclan los pajaritos hechos mierda por la helada, un patito de goma, el poema Altazor completísimo, y un capítulo de Futurama. Y un porrito.

    Y eso es bueno.

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