la pelicula cocum

Hoy murió Florencia de la V, lo dijeron en la tele, mientras hacían un corto emotivo sobre su vida y su obra. En el diario, salió una foto gigante de ella en primera plana, en un gesto austero la diva, yacente en el suelo, nos regala una mueca de perro envenenado para la posteridad. En la radio dicen que murió en vivo, en el programa de la Legrand, se atragantó con un huesito de pollo, miró a la cámara, mientras hacia unas extrañas muecas y calló muerta. Los militantes en la facultad dicen que la mató el gobierno para ocultar la inflación y algunos pormenores de estado. Ya están haciendo carteles. “hoy es Florencia de la v, mañana podemos ser nosotros”. Preparan marchas, se organizan. Yo no sé, el cielo amontona nubes grises y violetas a montón, y mi novia en un mensaje de texto dice que va a llover.


Yo fui a la boda de Florencia de la V. Se casó de blanco, como toda mujer. Al momento de tirar el ramo, todas las mujeres nos enlistamos detrás de la novia. Lo atraparon Anamá Ferreira, una amiga de Florencia y María Fernanda Callejón. Frente a la torta de bodas, ambos se dedicaron unas palabras. “Es una celebración del amor. Vivimos una historia increíble, llena de travas”, dijeron con un micrófono inalámbrico. En el momento de cortar la torta, de adentro, salió Moria Casán, y una pequeña orquesta, y se pusieron a cantar la lambada. . Fue un plato, una fiesta redonda. Hasta que cayeron los de swat. Y comenzó la balacera. La fama nos premia con los sueños y nos castiga con la realidad.




Estoy aburrido. Es verano, y todo el mundo parece feliz.
Incluso el hijo de mi vecina, que es paralítico, parece que se entretiene
mirando por la ventana a sus compañeros del colegio jugar a la pelota.
Si de pronto desaparecen todas las drogas del mundo, no habría escalas para medir los tormentas de aburrimiento.



En el verano de 1998, una vecina mía, estaba limpiando el piso de la cocina cuando resbalo en el lampazo quiso agarrarse de la heladera, se le vino encima y la aplastó, su padre en pleno velorio, a cajón cerrado nos estaba mostrando como fue el accidente cuando el también resbaló se agarró de la heladera y murió del mismo modo. Está claro, hay gente que se muere por llamar la atención.




Me encontré con Fabián casas. Estábamos en la ciudad de Springfield.
Se veía, detrás, la planta nuclear y la arboleda que corona el monte Springfield.
Lo vi en bata, retorciéndose en la hierba. Era una escena de Armando Bo.
La piel, amarilla. Los ojos grandes, blancos.
Paso un instante. Cuando la luna, iluminó la ciudad; ante mi, se abrió la bata. Pero no sé si era la prueba del traje de baño o no. Todo era muy rápido y musical. Le vi el pecho, abierto, como esos pósters de Jesús. Tenía mariposas, nidales de orugas, mariposas extrañas, polillas. Una oruga gritona, brincó y se me metió en la cabeza, por ósmosis. Temblé. Estaba por irse, y le miré el traje de baño. Era un Chanél. Todo pasaba muy rápido. Llovió papel picado. Fabián Casas flotó delante de mí. Ligero, como si el aire no pesara. De repente, de la tienda de abarrotes, salio Vigo Mortehsien, y se le acercó. Iban del brazo, y de súbito, ya se elevaban y se alejaban, como dos puntos brillantes, como el final de la película Cocun. Me persigné. Salí apurado. Quería recorrer la ciudad, antes que amaneciera.

1 comentario:

  1. llooooooorandosifoi
    eiuminabo nibein lloraaaa

    llopooooorandosifoi
    eiuminabo nibein lloraaa

    llorandoistará unmesnashu damor
    qui un diaaa nuso vilumbraaaar

    ResponderEliminar