Me detengo en la escalera. Es una noche ligera y la luna se refleja en el vidrio de la puerta.

Abajo en el patio, mi vecina, infla un globo amarillo, lo desinfla. Lo vuelve a inflar, lo desinfla de inmediato. Descansa sesenta segundos, e infla de nuevo el globo. Cuando el globo está lleno de aire lo desinfla de apoco, dejando salir el aire en pequeñas tandas controladas. Cuando se desinfla del todo, lo vuelve a inflar, hasta que queda lleno de aire. Lo deja reposando en su mano, lo observa detalladamente y lo vuelve a desinflar con vehemencia. Entonces infla el globo y lo desinfla.

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