leche primera forma

De las vacaciones en misiones no nos trajimos fotos graciosas con los tucanes, sensaciones inexplicables sobre las cataratas, ni piedras preciosas. Nos trajimos un mono aullador. Su vida fue breve. Estuvo entre nosotros tan solo dos o tres semanas. Lo único que recuerdo bien fue su muerte, porque falleció de la misma forma que mi abuelo. Estábamos en el comedor mirando la televisión, el mono comía frutas de una olla tirado en el piso. Cuando de repente, se atragantó con una ciruela. Se le cortó la respiración, levanto las manos y lanzó unos quejidos horribles con la garganta. Luego se derrumbó y tiro unas cuantas patadas al aire, se enderezó y dio tres pasos, se apoyó en el televisor, nos miró, y se desplomó como una feta de fiambre. La única diferencia con la muerte del abuelo, fue que al mono le creímos, mientras que al viejo, pensando que era una de sus bromas, lo cubrimos con una manta y lo dejamos ahí, hasta que terminó el partido.


Y Menem me acaricia la barbilla, me aplasta una teta con la cuchara y me dice. Que no puedo morir, que surfear sobre un cohete argentino es lo mismo que encerrarte a mirar la temporada del chavo del ocho. La temporada completa en DVD. Pero él lo dice, lo dice, porque no quiere que yo encuentre a mis padres. Y yo miro mi reflejo en la cuchara, mi reflejo chiquito, en la joroba de la cuchara, que me deja la cara como una gota. Porque este piyama, este piyama blanco a tiras negras perteneció a la Zulema, a su estilo. Y no es de mi estilo. Y Carlos repite, no te podes morir guachín, sos mi mundo sos. Yyyyy. Y yo, yo muevo las orejas como un loco, un chileno: Me mata, me encanta cuando se preocupa por mí. Y le digo, pone la Barbie en la bolsa de colostomía, si me pasa algo en este hospital quiero que ella sea testigo. Pero el no me escucha. Y agarra al viejito que está internado al lado mío, que esta tratando de levantarse, apoyándose en su bastón trípode. Le pega una patada voladora al trípode y el viejo y el bastón saltan al carajo, y Carlitos agarra al viejito de las orejas, y lo empieza a revolear por toda la habitación. Y el viejito vuela, va en el aire como braceando en manteca de cacao. Y lo veo al pobre anciano chocar contra los vidrios de la ventana y traspasarlos. Su voz cayendo al vacío desde el quinto piso del hospital Regional. Y Menem me mira, porque ya sabe, que estoy embarazado de él. Que espero un hijo con la firma de su sangre. Porque sabe que nuestro hijo
será el nuevo Pelé.


Todos los travestis quieren burungandear a mi hermano. Porque mi hermano atropelló con la bici al más lindo de los travestis de Palermo. Porque nadie imita a Sergio Denis como él. Los travestis persiguen a mi hermano porque mi hermano atropelló al travesti más lindo de Palermo mientras todos en el barrio prendían el televisor y se les caía el techo encima Ahora todos los chorros entran a las casas a robarse lo poco que quedó a salvo. Y el travesti más lindo de Palermo el que iba a bailar en bailando por un sueño, el que iba a salvar a todo el barrio, yace inerte en el asfalto, con un manubrio enterrado en el cuello. Un manubrio cromado de bici cross.



“Hoy murió Alfonsín hoy murió Alfonsín” gritaba la tigresa Acuña golpeando a cajeras en la cabeza con un pollo congelado envuelto en una bolsa de plástico transparente tirando góndolas en el supermercado chino tirando ganchos y reveces contra los orientales que intentaban frenarla por momentos se calmaba y rompía en llanto luego se acercaba a la caja registradora se llenaba los bolsillos de dinero y volvía a embestir a las cajeras estaba imparable hecha un demonio nadie podía parar a ese demonio de Acuña hasta que llegó papá alertado por los chinitos papá entró al supermercado estaba vestido con su trajecito de neopren rosa chicle y la vio a la tigresa en la góndola de los fideos comiendo tirabuzones y la tigresa como ya sabiendo que tenia que combatir dio una mortal hacia atrás y en un abrir y cerrar de ojos calló sobre los pollos y le tiró a papá catorce pollos como una metralla y que papi solo pudo esquivar solo uno y se le vinieron a la cara los trece pollos. Los pollos golpearon a papá en la cara. Papa quedó en suelo casi muerto lleno de menudos de pollos y la tigresa acuña se le acercó lo pateó y papá no se movió entonces la tigresa como satisfecha abandonó el establecimiento oriental se subió en su bici mountain bike y se fue pedaleando sosteniendo en una mano un pollo congelado envuelto en una bolsa de plástico transparente con todos los otros pollos corriendo atrás de ella como criaturas como si fuera el flautista de Hameln.


El abuelo cuelga al cuello un Jesús falso que brilla en la oscuridad. Un Jesús brillante de plástico japonés. Que brilla y es mi amigo. Porque a la noche cuando el abuelo duerme, mi amigo Jesús se desclava de la cruz, cruza todo el patio a pata y se viene a mi pieza para verme. Entra por la fisura liviana de la puerta como bailando Calixto, trepa el acolchado y me despierta. Con besitos en el cuello me despierta. Porque le gusta que yo lo suba a mi Harley Davidson en miniatura de los power Rangers. Mi amigo es un Jesús brillante de plástico japonés. Y el es feliz así. La moto brilla en la oscuridad de la habitación y su cuerpito brilla lo mismo sobre ella. Ilumina toda mi alma con su sonrisa japonesa de anime. Y a la mañana cuando despierto, aparece Hernán Caire, al lado de mi cama, con una docena de facturas en la mano. Porque Jesús es así, cumple tus deseos si lo divertís, por mas locos que sean, y si brilla, es mucho mejor.


A la una y media de la tarde atragantándose con una masita respirando lo mínimo y con severa dificultad haciendo unos extraños sonidos unos secos aullidos con la garganta la señora Mirtha Legrand caía de boca al piso desde su silla y luego de unos segundos moría, moría frente a sus invitados moría frente a su maravilloso publico televidente. Entre la pata de la mesa y el filo de un decorado la señora dejaba para la posteridad una mueca desgarradora y tiesa como de perro envenenado. La gente en sus casas dejando el almuerzo flotando en los aires pegados al televisor tratando de entender de lo que eran testigos. A la noche todo el mundo en la televisión no se hablaba de otra cosa que de la muerte de Mirtha Legrand. Mientras Armando Guerrero paqueado hasta la medula gritando como un mogolito era sacado a los golpes del velorio de la diva por tratar de meterse al féretro por sopapear al fiambre por amenazar a los famosos con un tamagochi. Mientras el pene de Mirtha Legrand descansaba suave y flácido en lo profundo de la tunica.

Después de mirar a katerine fulop en fox sport mamá sale volando por la ventana de la cocina. Flotando lento e hipnóticamente cruza el patio y encara en dirección a la villa. Mi madre pasa volando por la plaza hablando sola creyéndose Peter pan creyéndose Cris miró Pasa por los pasillos levantando pendejos de calzón chino levantando pendejos de las orejas. Mamá pasa levantando pendejos del calzón y luego a cierta altura los revolea contra las paredes de cartón los techos de chapa. Causando un escándalo. Causando la furia de la madres que le revolean con lo que tiene a mano, Que le sacuden con lo primero que encuentran. Se esconde de los padres que abren fuego contra ella. Mi madre se esconde de los proyectiles y la balacera en un poste de luz. Sin querer toca con una teta un cable pelado de alta tensión, recibe una descarga eléctrica y cae de espaldas sobre la chusma iracunda que la arrastran de los pelos. Pero mamá logra escaparse de los villeros y con dos bebes usados como chacos se abre pasos como un remolino y logra llegar a la avenida. Mamá le revolea un guachin a un deliveri de pollos al espiedo y lo voltea. Se sube a la moto y escapa por la autopista con el pollo agarrado a su cintura, con el pollo de rehén revoleando las patas. A mamá no la volvimos a ver. Pero la fullop sigue levitando todos los días en fox sport. Y rebota de una esquina a la otra de la pantalla como el logo de DVD.


En busca del mejor vestido abrí el armario y te encontré haciéndote el sesenta y nueve solo. Me dijiste que desde que te había cortado vivías en mi closet. Como una rata te alimentabas de mis sobras. Como una rata bebías de mi inodoro miniatura. Yo te sonreí como una mogolica, y en un desliz, me arrancaste un diente de un lechazo. Pero mientras la policía te sacaba a la rastra de mi departamento, te perdone. Te perdone porque descubrí algo. Lo que alcanza no es nunca lo que te dan.

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