Yo no quiero ser como Fabián casas.
Yo no quiero ser como Fabián casas.
Yo no quiero ser como Fabián casas.
Yo no quiero ser como Fabián casas.
Yo no quiero ser como Fabián casas.
Yo no quiero ser como Fabián casas.
Yo no quiero ser como Fabián casas.
Yo no quiero ser como Fabián casas.
Yo no quiero ser como Fabián casas.
No quiero meterme en el ropero
de mi vieja. A curiosear entre
sus vestidos. A llorar.
No quiero ser un Emo
peronista.
Llorar.
Yo no quiero bailar.
Al tun tun.
Yo no quiero bailar.
Yo no quiero ser como Fabián casas.
Yo no quiero ser como Fabián casas.
Yo no quiero ser como Fabián casas.
Yo no quiero ser como Fabián casas.
Yo no quiero ser como Fabián casas.
Yo no quiero ser como Fabián casas.
Yo no quiero ser como Fabián casas.
Yo no quiero ser como Fabián casas.
No quiero meterme en el ropero
de mi vieja. A curiosear entre
sus vestidos. A llorar.
No quiero ser un Emo
peronista.
Llorar.
Yo no quiero bailar.
Al tun tun.
Yo no quiero bailar.
Yo no quiero bailar.
Yo no quiero bailar.
Escribir, no quiero escribir.
Porque los escritores son todos unos pelotudos
que lo único que saben hacer es escribir.
Yo no quiero ser como Fabián Casas.
Escribir, como él, no quiero escribir como él..
Yo no quiero ser como Fabián casas. ¿Por qué?
Porque el tiempo en la televisión es tirano.
Desde el ventanal de la terraza, pasando la cortina de junco,
se veía a Susana con los ojos hendidos, fijos en el televisor.
Gotas negras de rimmel se derrumbaban por sus mejillas.
De más cerca, desde la repisa, se podían oír sus gemidos, a condición de dolor por los fuertes golpes recibidos. Desde la calle llegaron los primeros ruidos que, en pocos minutos, entrelazados con los primeros rayos fofos de luz, se asociaban por la terraza.
En pocos minutos el día comenzaba a moverse en la ciudad de Mar del Plata.
De más cerca, desde la repisa, se podían oír sus gemidos, a condición de dolor por los fuertes golpes recibidos. Desde la calle llegaron los primeros ruidos que, en pocos minutos, entrelazados con los primeros rayos fofos de luz, se asociaban por la terraza.
En pocos minutos el día comenzaba a moverse en la ciudad de Mar del Plata.
yo nunca te preste el libro de fabian casas.
ResponderEliminarel cual me agrado.
nunca vas a ser fabian casas. no te voy a dejar