esa mujer

I
Si ese auto rojo que cruza la avenida ruso del novecientos y el traje con lo hombre poco que queda dentro se apuran y se dejan de la calle alejarse, en un instante esa mujer va a estar esperando parada en medio de la calle. La que tiene el pelo castaño y un jopo a la chancleta, la de labios solo labios, rojos, yo me quedo en los labios, solo rojos, en ojos y verdes y solo los ojos solo de verde visten, y una sola de sus manos, la que termina en una carpeta con fotos de Dylan y Cortazar en edad, que baja hasta la cintura y se aprieta con su par. Diariamente esa mujer está sentada en el café que se hace y se va haciendo a la vuelta de lo que es una facultad nacional, mirando que es un axolote y lo que es un axolote entre cuatro paredes transparentes de arena fundida, pero ahora y ahora esa mujer ha caminado unos pasitos como bajo el agua y sus zapatos al pasar por un charco de baldosa dejaran caricaturizadas las fugitivas fieras de sus huellas sobre la vereda. Cuando llegue a la esquina va mirar. Esa mujer va a mirar un edificio que en su altura es verosimil al genero de los que caen al revés pero hacia arriba, y los pasos que van acortando la ausencia de los pasos que los prosiguen seguiran la ausencia de los que faltan.
II

A eso de las que no fueron ni las cinco ni las seis ella se levanta de la cama enchufa una pantufla y la otra suelta se va arrastrando los pasos hasta la ventana que pasa a ser la realidad una película donde entra y no puede salir. Pero ya esta de vuelta en la cama y en cruz estira las piernas junto con los brazos. Se explica que cree un mundo aparte un mundo donde no deba salir. Y ya esta con las botas puestas el jen en la cintura una remera azul ajustada y un rodete rubio en el pelo. Y ya esta afuera con uno o dos mates bajando. La manguera del portero que no deja de escupir y ni siquiera cuando pasa ella, cuando una multitud de trajes y secretarias parece que la arrastran. Y en el subte mastica el sabor amargo. Una sensación de sequedad y mal aliento. Un maletín de cuero negro brilloso que le toca las rodillas……..

IV
Yo vi una persona con una campera de cuero negro al lado y no fueron los gatos lagañosos al doblar la esquina. Me tiraron y yo en el suelo lo que provocó que él no reparase en mi, y ni siquiera que yo deje que la vista se me hunda clavada en una mujer que en un instante va a estar esperando parada en medio de la calle........


V


Y ahora que ella sonríe y que apoyando la mejilla en el hombro y decayendo la sonrisa, cerrándose, mira por la mirilla de la ventana hacia afuera, triste, un móvil policial que pasa soberbio y las luces rojas que nunca pudo separar de las sirenas y el terror que se funde con la calma y las manos de él que la toman en el momento que se hunde por los hombros y ella que se acurruca y que se siente paralizada mientras las manos le acarician el cuello que frente a ella ahora le corre el flequillo con el puño y ella que escapa y se dirige a la ventana respirando suave y por los labios y mira como del patrullero que se estacionó y salen cuatro oficiales en la velocidad de un disparo y su ojo en primer plano y la oscuridad que se hace dueña de todas las formas y el ojo gato que aparece y otra ves y las formas dejándose cubrir por la oscuridad. Y de perfil ella. Y que va girando y se encuentra con el perfil de el, las narices que se acercan a los labios que se acercan. Y otra vez la oscuridad. Y ellos abrazados. Él que le besa la mano. Ella que la acaricia y se vuelve en sus brazos. Ella con el rostro en el hombro de él. Y giran. Esquivando la oscuridad. Abrazados. Con las luces de los carteles doblando la oscuridad que queda ausente y pasa caminado por la ventana dejando su contorno tatuado entre el marco y la pantalla blanca del velador que se enciende y se acerca al cuerpo que fue sombra.

                                                              VI

Era una historia que se le cruzaba en la cabeza, le era perpendicular pero ocupaba, si no se quedaba controlando la pureza de los zapatos de la gente y eso no quería, y ya que la historia. Reflotaba que mejor que armarla,  que la Zulema quiso hacerle una broma al Roberto, que salió de abajo de la cama gritando, y que Roberto pensó que esa noche la Zulema se quedaba a dormir en lo de la  hermana y que al escuchar ruidos mientras entraba en su casa  el Roberto,  asustado buscó la veintidós  corta y entro en el dormitorio para investigar y cuando la Zulema salió  de abajo de  la cama y  el Roberto le disparó en el medio de la frente y la  Zulema murió en el acto y que en la otra parada en luro y veinte en una negocio muy pequeño se compro su primer…….

 

7 comentarios:

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  2. Si si claro, no se bien (disculpe) a quien se refiere usted.
    Yo ahora me refiero a un sujeto, aquel (otro) que vi innumerables veces (tal vez disculpe no demasiadas).
    Tiene siempre un saco azul o negro (soy algo daltónica a la hora de describir matices de oscuro).
    Tiene ojos negros y profundos, no dice muchas cosas excelentes (en la hora de la oralidad)
    Pero se (por una extraña sensación) que las piensa y las escribe.
    Después lo que se del sujeto es nada, su vida real es todavía para mi un misterio.
    Su manera de fumar no es trascendente, pero si su presencia.
    Me gusta en particular como le queda el rayado ¿lo conoce usted?
    Seguramente no.
    Bien, para ser redundante nuevamente, disculpe usted las molestias.

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  3. bien.. aquí entro a tu universo... me hiciste advertencias.. que disculpe algo no sé.. que esto es sólo ficción...camino con cuidado, curiosidad y un chín de intriga.. pero camino... paso el pie con la punta del dedo tocando sobre mojado. pero paso. aquí voy. aquí llego...

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  4. El comentario era por demás cariñoso y no mal intencionado. Cierto, que lo externo a la literatura no te interesaba.

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