Olga Orozco.

Haciendo el sesenta y nueve sola dentro del ropero, yo, la inevitable, yo, el pájaro jaula.
Nada que agradecer, en los últimos kilitos bajados.
Nada. Nafing. Ni siquiera el armisticio logrado con la dieta de los cuatro quesos.
La heladera llena desde el mediodía, con su color inmóvil. a Nada.a Nafing.
Esta cinturita de pollo no registra el baile torpe y desnudo de los cólicos en enero, solo se posa televisada en los enemas de actimel, las lentas horas del ropero, o apenas las calorías de una torta negra hundida en el viento.
Ho! que triste, que ganas de poner una bomba, romperme una silla en la espalda.
Ho! Ho!, que fanática me he puesto de esta novela, donde una rubia hermosa es criada por una familia de negros de mierda, en pueblo de mierda, donde no pasa ni mierda, pero ella es heredera de un imperio petrolero, pero no lo sabe y trabaja como esclava para su padre, que tampoco sabe quien es ella, y el hijo de su padre se enamora de ella, que no sabe ni ella que es ella.
Esta cachucha ya no canta, como un gorrión en celo, una oruga austrohungara.
Ancha raya sellada por el último que le arrojo unos dedos en el hierro del invierno.
Unos peces de tierra.
Pero ninguna uña por dolorosa que se vuelva desata el nudo esmalte de los espejos.
-ah penes de regalo en lunares y orzuelos, ah sonrisa torpe de quinciañera china frente a una japonesa drogadicta.
¿Y que pretenden ver estas piernitas que gambetean la distancia hasta donde se desmorona el olvido?
Los helados locos de una locura ardiente. loca loca. Los alados locos de corazón con diente. loca loca
Entonces apareces, como un punga, punga, envuelto en pasajeros furiosos de justicia, y te buscas en mi, que casi soy cuatro veces yo sin mi, o ciento noventa y dos kilos de yo en mi, o un metro sesenta por un metro cincuenta de yo en mi sin mi.
Y los dos rebrotamos de una mar de tréboles acampanados.
Los dos en cualquier parte haciendo nuestro lugar.
Roberto. Roberto. Roberto roberto. A pesar de los chismes, de , las viejas que hablan de nosotros en los pasillos, de, los niños que tiran de las polleras de sus madre y le dicen,"mira mamá, mira esos gordos de la mano, no son los gordos de cuestión de peso"?
Pero no, ya hace tiempo en tiempo que no te veo, adelgasaste, conseguiste pagarte un bai pas gástrico, con la venta de los campos de tu viejo, te volviste rico, salís con el diego.
Fuiste un temblor de chocolate, una canción de miranda, una gelatina con droga callendo callendo.
Pero no, yo, aquí dentro del ropero, comiendo un panque que con dulce de leche y crema y caramelo y droga, Roberto, ¡y colera!, YO, la inacsesible, un personaje de, y de ojos de, y de verde, , una cintura de pollo por, sostenida por dos patitas de tero, ciento noventa y dos kilos flúor de soledad, De pura soledad, con lentejuelas y brillan tina. Yo: una sandía cromática microplasmatica flotando en whisky dentro de un sombrero de hombre.

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